jueves, 5 de julio de 2007

La tierra



Se terminaron las fiestas de Burgos, los Sampedros. El cierre fue lo que llaman el Día del Burgalés Ausente. Como homenaje a todos los que se fueron de Burgos, hacen una tremenda fiesta en un parque muy lindo que hay por acá. Todas las peñas y asociaciones ponen sus puestos de comida y dura casi todo el día, hay miles y miles de personas que están meta darle a los pinchos o se arman un picnic en otros lugares del parque. No piensen en puestos de comida tipo una mesita y un bar, eran enormes, de 15 metros cada uno. Había unos 40. El parque es inmenso, pero queda lleno de gente. No hice fotos porque yo estaba trabajando y con mucho sueño de la noche anterior, no tenía ganas.
En el Día del Burgalés Ausente, el Ayuntamiento (la Muni) pone en marcha desde hace unos años la Operación Añoranza. Traen burgaleses, o sus descendientes, que emigraron a otros países, principalmente a Argentina. Este año vinieron 11, algunos nacidos en Burgos y otros hijos de ellos. 9 llegaron desde Argentina, uno de Uruguay, y el que queda de Venezuela. Algunos venían con parientes, eran un buen grupo. El Ayuntamiento les cubre todos los gastos. Los argentinos estaban más contentos que perro con dos colas.
Cómo tira la tierra, es algo muy misterioso, inexplicable. Demasiado profundo. Yo tenía que escibir sobre cómo se sentían muchos de los burgaleses de vuelta tras más de 50 años fuera. Me cansé de ver gente llorando que no me podía explicar por qué. Y uno que está lejos, entiende un poco lo que les pasa por dentro, no tiene sentido intentar describirlo. La tierra es algo que no se puede explicar.
Les dejo abajo la crónica que publiqué en el diario.

Lugar de emociones,
nuestra tierra
Los Sampedros 2007 llegaron a su fin y en el Día del Burgalés Ausente todo el parque de Fuentes Blancas se rendía ante los sentimientos que despierta el lugar de origen


Más de 50 años viviendo en Argentina y Burgos la recibe otra vez. Describir aquí lo que sentía ayer María del Carmen encontrándose en su tierra tras una ausencia tan larga es casi imposible. Tan profundos e inexplicables son los sentimientos que se cruzan que directamente hay que renunciar a semejante tarea si no se quiere hacer el ridículo. Ella sólo va a decir: «Es llorar y llorar». Y con eso ya no tiene sentido poner más.
Los once participantes de la Operación Añoranza, que este año llegaron desde Argentina, Uruguay y Venezuela para el Día del Burgalés Ausente no salían de su asombro por el trato que recibieron en esta semana y por la impresionante fiesta de cámping y pinchos que montaron las peñas y asociaciones. Pero además, estaban en su lugar de origen, ese que nos crea una conexión que aunque no la veamos ahí va a estar para toda la vida, y que es capaz de emocionarnos hasta las lágrimas sin que se pueda hacer mucho para evitarlo.
Dos periodistas de televisión entrevistan a Dolores y María Ángeles, dos hermanas que vinieron de Uruguay. Lo que les cuenta Dolores es tan intenso, que cuando terminan de grabar las cronistas no aguantan y se echan a llorar. Es así con la tierra, hay que rendirse.
LAS CORDOBESAS. En lo alto de la Virgen de los Álamos, una mujer le dice a otra: «Son ellas». Se refiere a Alicia y Stella, las dos primas de su esposo que llegaron desde Río Cuarto, Argentina. Se conocieron hace unos días pero ya se tratan como una familia: hablan a la vez, se interrumpen, no se ponen de acuerdo y al final arreglan para verse después del almuerzo por ahí. Las cordobesas no pueden con tanta felicidad y agradecimientos a la vez. Ni ellas, ni el resto del grupo Añoranza se imaginaban que los iban a recibir tan bien en Burgos. Están todos con los ojos quebrados, pero no dejan de preguntar por las cosas de la ciudad y la vida en España. Y Stella hasta duda de volver. «Esta loca se quiere venir a vivir», dice Alicia de su hermana, quien averigua menesteres laborales con este cronista y hasta le desliza que tiene una hija soltera, por si acaso.
PRESENTES. Pero no todos los ausentes llegaron desde tan lejos ayer. Muchos otros vinieron desde el País Vasco, Madrid o Valladolid, entre otros puntos. Sólo había que ver las ganas con las que entonaron el Himno a Burgos para darse cuenta lo que significaba para ellos el festejo. Tantas veces lo habrán cantado por dentro que muchos se sabían la letra de memoria. Y otra vez las lágrimas y la piel de gallina.
Ramona es de Oña y lleva muchos años en Baracaldo. No ha vuelto a Burgos muchas veces, sólo cuando puede. Pero como a todos, la tierra le tira. Siente que pasan los años, pero este lugar siempre está en su corazón.
Por todo el parque sonaban ayer las dulzainas. Los burgaleses, los ausentes o los presentes, se juntaban espontáneamente y armaban una ronda de música. Varias parejas, de esas que llevan juntos muchos años en esta vida, se animaban al baile y hasta se soltaban en unas giras danzantes entre los puestos de comida. Un poco más alejados del ruido, y con la inmensidad del parque como fondo, otros compartían un almuerzo de picnic dominguero.
Con los pinchos, con la música, con ese césped que invitaba a la siesta y con toda esa gente que tenía ganas de disfrutar el domingo, el de ayer fue un día con muchas emociones para los burgaleses. Para los que se fueron de este suelo, los que se quedaron, o los que lo descubren por primera vez. Y es que no hay nada que hacer con la tierra, es algo que no se puede explicar.

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