lunes, 28 de mayo de 2007

El canto del loco

En la heladera de mi casa sólo tengo yogures y poco más. El 90% de mis comidas son en bares o mesones que elijo por una serie de criterios que ahora no interesan. Sólo tengo yogures porque como afuera y como afuera porque sólo tengo yogures. Voy casi siempre al mismo lugar porque no tengo ganas de andar descubriendo otros, además que las camareras me tratan bien y me queda en la esquina. En ese bar cada tanto coincido con uno con toda la pinta de loco que no tiene problemas en ponerse a cantar a viva voz con su vaso de cerveza en mano. Pero no es que canturrea, canta con pasión y hasta remata los finales. Anda con unos pantalones chicos de tela roja a cuadros, unas sandalias con medias (el lonpa le queda tan chico que se le ve toda la media) y una campera vieja ya destartalada. Siempre hace lo mismo: llega, se ubica en el mismo lugar de la barra y pide una cerveza. Apenas se la sirven, y a veces incluso antes, ya empieza el show. Canta en inglés, en español y su especialidad es la Pantoja. Las camareras dicen que se las sabe a todas. Si bien es un bar medianamente elegante, nadie lo echa ni le dice nada. Y los clientes tienen un plus que no estaba en el menú, aunque por muy pintoresco que resulte hay que decir que el hombre canta muy mal, da risa. Cuanto mucho, a veces algún cliente más granado lo mira un poco mal, sobre todo si ya lleva media hora de canto. Ayer a la siesta había poca gente y sus cantos se notaban aún más. Uno de los camareros estaba sentado en un descanso y trataba de leer, pero el canto del loco no le permitía la concentración que al parecer necesitaba para un diario deportivo. Así que le grita, en tono amistoso: “Jodeeeeeeeeee” y le hace unos gestos como diciendo “Venga ya, hombre, para de una vez que no puedo leer”. Y el loco, inmediatamente, le contesta: “Vete a la mierda, si estás leyendo esa porquería”. Se quedó un segundo callado, con la vista fija en unos mariscos del exhibidor, y remató: “Yo estoy haciendo algo por la vida”. El camarero no le dijo más nada, y ¿quién le podía decir que no tenía razón?

viernes, 18 de mayo de 2007

Madrid I - Sinceridad

Esta semana estuve en Madrid. En una ciudad como ésta, la calle impacta. Y se ven cosas.


Si bien la pobreza no es algo que se sufra como en Argentina, hay alguna gente pidiendo en la calle, pero no demasiados y sólo en el centro. Casi todos inmigrantes. Crotos, vagabundos, mendigos, pordioseros o como le quieran llamar a esta pobre gente. El de la imagen abajo es español. Junto a un “socio”, que no estaba cuando saqué la foto, tienen un puesto callejero de limosna con tres canastitos para que el transeúnte elija en cuál de ellos hacer su aporte. Uno es para porros. Otro para vino. Y el último para cerveza. “Por lo menos sincero”, dice el cartel que tienen. Le pregunto si puedo hacerle una foto y me saca un cartel “Fotos: 278 euros”. Me entregó un papelito con la página web (http://www.lazybeggers.com/), en un dibujo con las caras de Bush y Aznar mendigando para porros y cocaína. Puse mi moneda en el de cerveza.


martes, 15 de mayo de 2007

Going abroad


La verdad es que no sé quién visita este blog, ni lo pienso mucho, pero recibo unos mensajes sin mucha identificación diciendo esto y aquello. En un mail, una chica me dice que uy, qué copado esto de ser nómade del mundo. No sé de qué me habla, o creo que no acierta. Yo no me considero un viajero ni nada. Tengo mis viajes, pero yo me veo como alguien que se quedaría en un lugar y listo. Un culo quieto, si se quiere. Y creo lo mismo de casi todos los amigos que hice por ahí, a nadie le gusta andar saltando de un lugar a otro, siempre estar empezando y vivir en alguna que otra pocilga rastrera. Simplemente que nos movemos buscando algo, sea porque no estamos bien en un lugar o porque nos falta algo o alguien. Pero no porque tengamos muchas ganas de estar viajando. Y cuando te vas, la vuelta puede pesar el doble que la ida. Ser inmigrante no es fácil, y no voy a contar mi rosario porque es un terciopelo al lado de miles de sin papeles y gente que escapa de la miseria. Lo que aguanta esa gente sólo lo soporta alguien que no ha tenido en la vida más que necesidades. Que en Europa hay prosperidad nadie lo niega. Pero hablo con el chileno que tengo de vecino: depresión. Con un boliviano: depresión. Un argelino: depresión. Un colombiano: depresión. No es un mal día, es depresión. No tienen a nadie, y para eso no se ha inventado ningún DVD ni celular con cámara de megapíxeles que lo arregle.

martes, 8 de mayo de 2007

Gran invento español


Me toca ir a cubrir un acto aniversario de ésos que para la mayoría de la gente tienen menos importancia que el Día de la Declaración de Toretta, apellido que, a mi juicio, es el que mejor suena cuando decimos Fulano, Zutano o Montoto. Estaba lleno de yo soy importante, al lado de otros yo soy más importante todavía. A uno de éstos se le ocurre que hay que formar un círculo, tomarse de la mano y cantar el Himno a la Alegría celebrando la fraternidad de todo el mundo, con la ayuda del director del coro que cantaba sin música. Yo le esquivé sin disimulo a una mina que ya me estaba agarrando la mano, pero le sonreí para no dejarla pagando ni ser mala gente, le dije que estaba trabajando. Si bien estábamos en un Castillo (en un Castillo, sí, en Burgos), éstos del círculo lo hicieron tan grande que me arrinconaron contra la consola de los sonidistas, quienes se meaban de la risa con la escena del Himno y todos de la mano moviéndose con un pasito hacia los costados, que viene que va, y que lindo que los hombres volverán a ser hermanos. No digo que esté mal, claro, pero el círculo de la amistad con el planeta era más falso que moneda de dos pesos. En todo caso, yo elegía de hermanos a los sonidistas, porque entre los tres nos empezamos a cagar de risa a mandíbula batiente, para usar una expresión que ya no se usa y con razón, viendo lo anticuada que suena. Se pasa al brindis y yo le pregunto al director del coro cómo se llama, me responde con un desorbitado aire de me estoy dando altura pero se me nota que no da, para caer bruscamente desde tal altura cinco segundos más tarde al preguntarme ¿A ver si lo escribiste bien?, pero quién sabe si no es sólo un buen tipo y cantante que no ha tenido suerte en la vida y punto, lo cual ya es triste, así que no digo más nada para no ser injusto, aunque me rompió las bolas que se me haga el importante cuando yo simplemente le pregunté, ni me hacía el estrella ni nada.

Acá en España tienen una palabra muy buena para los verseros estos (los primeros, al cantante del coro lo indultamos de momento): Cantamañanas. Me parece buenísima. Es una combinación entre tilingo, versero y sospechoso, sólo sospechoso, de tránsfuga. En el diario siempre se escucha: “Éste es un cantamañanas”, y entiendo que hay que andarse con cuidado y mejor hacer amistad con el sonidista.