jueves, 2 de diciembre de 2010

Era cierto nomás

No sé cómo estaba buscando la vieja leyenda de que los Milli Vanilli hacían playback. Hasta que... se les trabó la canción ante un estadio lleno y salieron corriendo del escenario. Hay un video.


martes, 30 de noviembre de 2010

Casi con una sonrisa de oreja a oreja, las autoridades de Burgos posan para la foto en la que sacan tarjeta roja a los maltratadores y a la violencia machista. Qué risa. Les faltó la nariz de payaso.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Sonrisita

Me acuerdo que por el barrio Santa Ana, en Villa María, siempre se lo veía al Negro Sonrisa, también llamado Sonrisita, que se dedicaba al cirujeo con un carrito, triste oficio que después fue desbancado por los cartoneros. El Negro Sonrisa parecía vivir en un perpetuo estado de alegría, y lo sorprendente no era eso, sino que apenas pudiera alegrarse cada tanto, porque hay que ver quién puede hacerlo cuando en la vida te toca revolver basura y juntar mierda por la calle para vivir. No sé qué habrá sido de él, pero seguro que a presidente de un país no llegó.

Me acordé de Sonrisita cuando vi por la tele a Obama y su saludo a Rodríguez Zapatero, el presidente de España. En el video van a ver cómo el Obama pasa con una facilidad asombrosa de la cara de póker a una sonrisa falsa como moneda de dos pesos. Un profesional de la sonrisa. Está bien, no digo que salga con cara de culo en las fotos, pero no me van a decir que la del Negro Sonrisa no vale mil veces más.

lunes, 24 de agosto de 2009

¡Pero si no le hizo nada!

De una carrera de atletismo que no le va ni le viene a nadie salta un caso muy curioso. Resulta que una española ganó la carrera y la medalla de oro, con el detalle de que en el última vuelta, cuando estaba por pasar a la que entonces venía primero, se la llevó por delante y la mandó al suelo. Seguro que no lo hizo a propósito, pero lo cierto es que se la llevó puesta y la volteó, como se puede ver en el video. Y al terminar la carrera la descalificaron, porque si no esto es un viva la pepa.


Fue la noticia más leída hoy en la prensa digital de España. A la atleta española, que se llama Natalia Rodríguez, la vi todo el día llorando y hablando de la pesadilla que le tocó vivir por ser descalificada -según ella, injustamente- después de tanto esfuerzo y entrenamiento. Está en su derecho de llorar y decir lo que quiera. En los comentarios de las noticias, centenares de personas criticaban la descalificación diciendo que nada que ver, que no la había empujado, que no era para tanto y hasta que la culpa de todo la tuvo la que venía primero, que para colmo es negra y de un país pobre. No faltaban los expertos en atletismo de la noche a la mañana, diciendo que habían visto el video decenas de veces y que se veía claramente que la española no había hecho nada y que los roces eran normales en esas carreras. Otros pedían la renuncia del presidente de la Federación Española de Atletismo, que con dos dedos de frente dijo que la descalificación fue correcta y punto. En las encuestas de la web, la mayoría opinó que no fue justo.

¿Y si hubiera sido al revés? ¿si hubiera sido la atleta de Etiopía la que hiciera exactamente lo mismo que la española? Ahí no habría ninguna discusión. Seguramente todos los que hoy decían que era una injusticia que le quitasen la medalla se habrían indignado y exigido penalización de por vida para la etíope, ya que la silla eléctrica no está entre las sanciones del atletismo.

Para mí el empujón no se puede discutir, es clarísimo. Por poco no le da con un látigo. Pero lo que me sorprende es que hasta en una simple carrera de atletismo, cada uno ve lo que quiere ver. Lo mismo que en absolutamente todas las demás situaciones de la vida. Cada cual cuenta la fiesta según con quién baila. No tiene vueltas.

Y ahora el caso de la mina de Etiopía: le metieron un guantazo, le arruinaron la carrera que venía ganando, se pegó un flor de porrazo y se fue con la rodilla vendada. Ella también había entrenado lo mismo que la española. Terminó última. Ni medalla de cuero de sapo le dieron. Pero esto no lo leí en ninguna parte.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Roja directa

No digo que yo no haya tenido mis malas, y hasta malísimas (y más bien hasta criminales), líneas en situaciones como las del video. Pero hay tipos por los que se inventaron palabras como papanatas o bolastrún.
“Soy árbitro de fútbol”, le dice la mina al flaco. El tipo iba a poder discutir con su novia en todos los partidos si eso fue penal acá y en la China, si a Peralta le hicieron foul, si el muerto de Marafiotti se tiró a la pileta o si Ledesma es un carnicero que lo salió a matar al pájaro Colombatti con los tapones de punta. Tenía charla asegurada de por vida con la mina, éste no se aburría nunca más.
Pero no, mirá lo que hace este mamerto.



La mina le sacó la roja. Y sí, al fin un poco de justicia en el mundo.