lunes, 31 de marzo de 2008

Llegar tarde, o no

Una idea me quedó grabada una vez. Había tocado Charly García en Villa María en el Club Ameghino. Creo fue en el verano de 1998. Charly venía en una de esas temporadas muy limado y se ve que le pareció buena idea meterse a tocar en una cancha de básquet con techo de chapa. Bueno, el recital fue cualquiera. Empezó como dos horas tarde porque no probaba sonido. Hubiera dado lo mismo, porque después lo único que se escuchaba era una pelota de ruido. Vaya uno a saber a qué listo se le ocurrió llenar la cancha con esas sillas de chapa que hay en todos los clubes de bochas. La gente, mucho más ubicada, se dedicó a sacarlas con una improvisada cadena de manos comunitaria. Hacía un calor de locos adentro. Entre el humo de los puchos y el sudor a culo no se podía respirar. Como sorpresa apareció Mercedes Sosa, pero a la segunda canción con ella se fue un poco tambaleando, supongo que la afectó el calor. Pero todo eso a mí me parecía lo normal.
Al otro día fui a la casa de los Gornic a saludar a la familia reunida y me puse a hablar con el Chelo del recital, porque ya nos habíamos visto en el Ameghino. Me pregunta: “Y, ¿qué te pareció Charly?”. Al mismo tiempo respondimos “Un desastre” (él) y “Espectacular” (yo). Me quedé sorprendido, ¿cómo que un desastre si estuvo espectacular? Y le dije que había cantado bastantes canciones, que estaba mejor (es que venía muy pero muy pirucho en esos días) y además hasta había terminado el recital. Me parecía mucho. Me responde que había visto a Charly muchas veces en los 80, cuando tocaba en La Falda y en Córdoba. Y que no se podía comparar. “Sí, está bien, Charly estaba más recuperado, pero andá a ver un recital del Flaco Spinetta o de Andrés Calamaro: le pasan el trapo”, me dice. Me di cuenta que tenía razón, de que yo había llegado tarde a algo. Pasa siempre en todo. Llegamos en algún momento, que no es tarde ni temprano, pero que a veces nos parece tarde o temprano.



Por si alguno no lo ataja, el video no es del recital de Villa María. Es la presentación de Clics Modernos. Luna Park, 1983. Es impresionante: se le entiende lo que dice.

jueves, 20 de marzo de 2008

Ochentoso

No sé el resto qué opina, pero para mí el Youtube es una cosa de locos, una maravilla. Yo lo uso más que nada para revivir mi pasado ochentoso y ver accidentes de aviones, que siempre me gustaron. Hace unos días me tragué enteras las pelis de la Brigada Explosiva,o Brigada Zeta. La de los bañeros y la otra que pelean contra los ninjas. Me acuerdo cómo me cagué de risa cuando fui a ver la de los Ninjas al cine Atlas, donde después pusieron el boliche Fancy y ahora hay un no sé qué corno de pelotero y máquinas de juegos. Tenía 10 años. Emilio Disi ya me parecía un crack.
Háganse tiempo y vean los videos.







El de abajo ya es con Francella, porque la Brigada Explosiva se supo retirar a tiempo y con dignidad. La parte que se inventa experiencia en Malibú beach es la que me inspiró en las entrevistas de trabajo cuando vivía en Dublín. Y después, ¡acá todo el mundo sabe nadar!

Tengo tutú

Estas ruedas deben frenar a lo loco

“Hoy es un día muy importante”, me dijo Tobar, el compañero del diario que me vendió su auto. Yo, la verdad, no estaba muy emocionado. Ni nada que se le parezca. Sinceramente me compré un auto sin saber muy bien para qué. Creo que para dejar de ir a pata al Carrefour y poder meter las bolsas en el baúl. Y para pasar a buscar alguna mina, que siempre ayuda hacerse el langa con el tutú, por más que las mina digan lo contrario.
Como no tengo carnet de conducir europeo (gracias al Consulado argentino, que no hacen una mierda y el trámite hay que patearlo por cuenta propia) no puedo manejar. Acá no se jode con eso: vas en cana y te clavan una multa que te deja culo al norte. Así que le pedí a Tobar que para darme el auto me lleve él hasta mi casa y que lo dejemos estacionado por ahí cerca, porque yo no lo puedo usar. Quedamos en que yo lo pasaba a buscar por su escritorio cuando salíamos de trabajar. No digo que el auto no me interese nada, pero lo cierto es que me olvidé de buscarlo a Tobar y me fui a casa a en el colectivo, como siempre. Él me llama después y quedamos en lo mismo, pero para el día siguiente. Me pide que no sea tan salame, que no me olvide. Él es fanático de los autos y hace el suplemento A todo gas. Yo no. Y me olvidé al otro día también. Por suerte, cuando yo me iba a pata él todavía estaba en el bar al frente del diario, así que me vio y después me llevó a casa en mi auto.
Cuestión que ahí lo dejé estacionado, a la espera del carnet. Parece ser que es de mamerto tener tan poco cariño por el auto. Así que me puse a ver el manual que trae, pero está lleno de cosas tipo: cuando abra el baúl no ponga encima su cabeza, porque puede golpearse e incluso causarle la muerte, que es casi lo mismo que leyó el amigo Mirko en el manual de instalación de su televisor nuevo. El auto te cambia la vida, me dijo una vez Chento. Vamo a ver. Señores, tengo auto, ya soy parte. Ahí lo tengo.

martes, 4 de marzo de 2008

Pequeñas grandezas

Hablaba con un amigo y como los dos tenemos trabajo nuevo, estábamos en plan de comparación. Además del sueldo, cantidad de horas y si te clavan el fin de semana, entre la lista de beneficios me cuenta que le dan café y bebidas gratis. Salvando las distancias con el personaje real, me hizo acordar a un chiste muy bueno de Podeti.
Y ya que estamos, dejo tres chistes más que para mí están muy buenos, aunque no tengan nada que ver con el tema anterior.