jueves, 20 de marzo de 2008

Tengo tutú

Estas ruedas deben frenar a lo loco

“Hoy es un día muy importante”, me dijo Tobar, el compañero del diario que me vendió su auto. Yo, la verdad, no estaba muy emocionado. Ni nada que se le parezca. Sinceramente me compré un auto sin saber muy bien para qué. Creo que para dejar de ir a pata al Carrefour y poder meter las bolsas en el baúl. Y para pasar a buscar alguna mina, que siempre ayuda hacerse el langa con el tutú, por más que las mina digan lo contrario.
Como no tengo carnet de conducir europeo (gracias al Consulado argentino, que no hacen una mierda y el trámite hay que patearlo por cuenta propia) no puedo manejar. Acá no se jode con eso: vas en cana y te clavan una multa que te deja culo al norte. Así que le pedí a Tobar que para darme el auto me lleve él hasta mi casa y que lo dejemos estacionado por ahí cerca, porque yo no lo puedo usar. Quedamos en que yo lo pasaba a buscar por su escritorio cuando salíamos de trabajar. No digo que el auto no me interese nada, pero lo cierto es que me olvidé de buscarlo a Tobar y me fui a casa a en el colectivo, como siempre. Él me llama después y quedamos en lo mismo, pero para el día siguiente. Me pide que no sea tan salame, que no me olvide. Él es fanático de los autos y hace el suplemento A todo gas. Yo no. Y me olvidé al otro día también. Por suerte, cuando yo me iba a pata él todavía estaba en el bar al frente del diario, así que me vio y después me llevó a casa en mi auto.
Cuestión que ahí lo dejé estacionado, a la espera del carnet. Parece ser que es de mamerto tener tan poco cariño por el auto. Así que me puse a ver el manual que trae, pero está lleno de cosas tipo: cuando abra el baúl no ponga encima su cabeza, porque puede golpearse e incluso causarle la muerte, que es casi lo mismo que leyó el amigo Mirko en el manual de instalación de su televisor nuevo. El auto te cambia la vida, me dijo una vez Chento. Vamo a ver. Señores, tengo auto, ya soy parte. Ahí lo tengo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario